Con el objetivo de promover en las personas una cultura que les permita una mejor calidad de vida, generar una economía sostenible y aliviar los sistemas de salud pública, los cuales están sobrecargados, principalmente debido a la pandemia, el autocuidado debe ser implementado como parte de las políticas de salud pública de cada país.
La conclusión se puede extraer de algunos estudios realizados por la Asociación Latinoamericana para el Autocuidado Responsable (ILAR), con el objetivo de promover el autocuidado en el uso de medicamentos de venta libre, optimizar recursos y sistemas de asistencia social y contribuir a la salud pública a través de la medicación responsable, se conoció en comunicado de prensa.
El estudio, realizado en cinco países de América Latina, también destaca que, de implementarse la práctica del autocuidado en cuatro enfermedades no graves (resfriado, diarrea, candidiasis y dolor lumbar) dentro de los programas de salud, los sistemas de salud pública lograrían ahorros sustanciales de aproximadamente $1.3 mil millones por año, así como $2.5 mil millones en relación a la pérdida de productividad causada por el absentismo.
El concepto de autocuidado está relacionado con un enfoque multidisciplinario para el cuidado de la salud y la prevención de enfermedades, que incluye el uso consciente de medicamentos de venta libre.
Además, también incluye aspectos básicos como tener información de salud confiable y conocimiento de las condiciones físicas y mentales, practicar actividades físicas, una dieta saludable, evitar actitudes de riesgo para la salud (como fumar o beber alcohol en exceso, por ejemplo), y buenos hábitos de higiene.
Existe una diferencia entre la automedicación responsable y la auto prescripción. En el primer caso, el paciente usa medicamentos controlados sin receta médica para el tratamiento de condiciones simples y no graves mientras que el segundo implica la acción incorrecta de adquirir y utilizar medicamentos que solamente pueden ser recetados por un médico. Con el autocuidado, el paciente, además de poder contar con la orientación de un farmacéutico u otro profesional de la salud, está utilizando medicamentos que no requieren receta médica debido a su efectividad comprobada.